-¿Has
escuchado hablar de la reina Lindsay? –Norah negó con la cabeza sin pronunciar
palabra alguna para que prosiguiera con la explicación.- Pues cuenta la
leyenda, que fue la maga y reina más poderosa de todos los tiempos. En aquella
época se presentaron unos magos oscuros que destruían todo a su paso. Eran muy
poderosos y el rey se enfrentó a ellos, pero todo su ejército cayó. Lindsay
creó la Betsaida ,
la espada capaz de derrotar a cualquier mal. Cogió a una flecha, una espada y
una piedra, las ungió con el poder oscuro y de luz. Con el poder de la piedra,
unió los tres objetos. Convirtiéndola en la espada legendaria más poderosa jamás
vencida. Al final el rey usando aquella espada acabó con los magos y con
cualquiera que causara problemas. Pero la espada tenía un defecto, absorber el
buen corazón de quien la empuñara. El rey se volvió malvado, después de eso
Lindsay decidió destruir aquella espada, pero era imposible. Con las pocas
fuerzas que le quedaban consiguió separar los objetos y enviarlos a algún lugar
del mundo. Lindsay murió, y el rey lamentó su muerte hasta su último día.
Después de tanto tiempo, y a pesar de ser esto una simple leyenda, hay gente
que sigue con la esperanza de encontrar los objetos y volver a unirlos. – Dijo
un poco molesto.- pensé que era un simple cuento. Que todo el mundo tenía
falsas esperanzas sobre aquello. Pero ahora me he dado cuenta de lo equivocado
que he estado, y todo gracias a ti.- dijo tomando un poco de té.
-¿Gracias
a mi?- preguntó confusa.
-Esa
piedra que cuelga de tu cuello, no es una piedra corriente.- comenzó a decir el
viejo.
-¿Y
que es sino?- dijo observando su colgante con curiosidad.
-Estoy
seguro, de que es la piedra Saira, uno de los objetos legendarios que cuenta la
leyenda.
-Imposible.-
dijo Norah.-tu mismo has dicho que no creías en esa leyenda. ¿Cómo iba a ser
uno de los objetos legendarios así como así?
-Porque
los brujos tenemos esa sensación de certeza. La piedra irradia un gran poder
dentro de ella, y eso lo puedo sentir. Gracias a eso, he podido
confirmarlo.-Norah se había quedado pálida.
-¿Un
brujo?
-Sí,
perdona que no me haya presentado antes. Me llamo Axel Donovan y soy el brujo
más viejo del continente.- Norah tenía los ojos como platos. El viejo sonrió.-
estas aquí, porque has cambiado tu persona. Te has hecho fuerte. Posees el
coraje y el valor que hace falta para afrontar peligros. Aunque ahora estés un
poco perdida, ya te darás cuenta de ello más adelante. La piedra Saira te ha
reconocido, y por eso eligió a tu familia como la protectora de ésta. Sólo
personas que poseen este tipo de cualidades serán capaces de protegerla en
circunstancias peligrosas.
-¿Me
estas diciendo que mi familia ha sido la protectora de esta piedra durante
generaciones? – El viejo asintió. -¿Por qué me lo ocultaste?- dijo dirigiéndose
a Renée, que tenía la mirada fija en el suelo.
-Porque
hubiera sido peligroso, y además no sabía por dónde empezar a explicártelo
todo.-Norah suspiró intentado comprenderla.
-
Hubiera sido todo más fácil si lo hubieras mencionado, tía.- esta sonrió.
-Supongo
que no lo hice muy bien.
-Debes
tener cuidado, ahora que ya estás preparada los peligros aumentarán. Las
personas de mal corazón se verán atraídos por la piedra. Serán avariciosos y
querrán la piedra por encima de todo. Tú debes protegerla.- Norah reflexionó
sobre aquello, observando su colgante. Ahora era la protectora de la piedra,
sería difícil, ni siquiera sabía como enfrentarse a alguien directamente.
-Está
bien.-Renée alzó la cabeza mirándola sorprendida.
-¿Qué
has dicho?
-Que
estoy dispuesta a protegerla, aunque no sé bien como lo haré.- Todos sonrieron
ante la respuesta de Norah.
-
Bueno.- empezó a decir Axel con su voz ronca y apagada.-después de tomar una
decisión así. Creo que deberíais tomar un baño.- A Norah y a Renée se le
iluminaron el rostro. No se habían acordado hasta ahora, pero tenían ansias por
quitarse toda la suciedad de dos días.
Mientras
las muchachas se bañaban, Axel estaba preparando comida para el mediodía, esta
noche ellas la pasarían en su casa y quizás, alguien más.
Sonaron
unos golpes en la puerta, Axel ya estaba en camino antes de que tocaran. Al
abrir la puerta, apareció un joven, tapado con una capucha sosteniendo a un
hombre que parecía que se había herido el pie.
-¿Eres…
el venerable Axel Donovan?- se atrevió a decir el muchacho.
-Sí.-
éste asintió.- pasad, os curaré esa herida.
Los
chicos, pasaron hacia el interior y quedaron sorprendidos. Todas las paredes y
muebles de la casa estaban atiborrados de chismes que para ellos no tenían
sentido alguno, pero seguro que cada cosa había sido algo especial en la vida
de aquel viejo.
-Por
favor, Nathaniel, acomódese en el salón mientras yo curo a este hombre.- Nate
asintió, y de pronto cayó en la cuenta. ¿Cómo sabía su nombre? Se dio la
vuelta. Pero el hombre ya se había esfumado y no era plan de buscarlo por toda
la casa. Siguió hacia delante sin darle mucha importancia, y encontró una
habitación con sillones y una mesa con tazas que contenían algún líquido en su
interior. Parecía que había estado alguien más aparte de ese viejo en la casa.
Él se sentó y tomó una taza para probar el líquido. Estaba caliente y le
resultó muy confortante. Era té. Aunque a él no le hacía mucha gracia eso, no
le desagradó.
Unos
pasos ligeros se acercaban hacia donde se encontraba. Le resultó extraño que
fuera el viejo, así, que se puso en posición de alerta.
-¿Axel?-
Una mujer apareció en el salón, su pelo castaño claro y ondulado le caía por los hombros, con unos
ojos grises claros, le recordó a Loreen, su criada que era para él como una
madre. Aquella mujer le resultó agradable a simple vista. Ella se quedó
paralizada al encontrar a un extraño en la casa. Era un muchacho joven. Tenía
el cabello rubio y alborotado, con unos ojos azules intensos. Estaba bastante
sucio, seguramente habría recorrido un camino largo.- ¿Quién eres tú? ¿Y dónde
está Axel?- estaba preocupada por si algo le había pasado al viejo. El muchacho
se relajó ya que no vio peligro alguno. Pero se preguntó si aquel viejo era
realmente un aficionado a las mujeres.
-Creo,
que debería preguntar lo mismo.
-Me
llamo Renée Swan, y soy una antigua amiga de Axel.- no estaba segura de darle
muchos detalles a un desconocido, así que, le dio la palabra al muchacho.- y
¿Quién eres tú?- el chico parecía dudoso, no sabía si era seguro contarle, que
era un simple muchacho o quién exactamente.
-Es
alguien quién requiere mi ayuda, ¿verdad muchacho?- éste asintió. Axel volvió
con un hombre apoyado en su hombro, que tenía un vendaje en el pie izquierdo.
Lo sentó en uno de los sillones.- Ahora me presentaré. Me llamo Axel y soy un
brujo, uno de los más viejos que hay. Creo que os podré ayudar con el motivo
que os ha traído hasta aquí.- Renée se sentó a la vera de Axel para escuchar lo
que tenían que decir. Los muchachos se quedaron pasmados, nunca habían visto de
cerca a un brujo de verdad. Y como están las cosas ahora en el reino, Loreen
les había traído al sitio perfecto.
-¿Será
seguro contarlo si ella está presente?- preguntó Gary. Renée se molestó hacia
aquel comentario.
-¡OH!
Creo que no os he presentado debidamente. Ella es una vieja amiga Renée Sawn.-
dijo poniendo su mano en el hombro de ella.- está aquí con su sobrina. Han
venido de Alian para verme. Ya que, les ha sucedido algo difícil de explicar,
pero lo entenderán más tarde. Podéis estar seguros de que ella es de total
confianza.- ellos asintieron.
-Está
bien.- continuo Gary.- soy uno de los sirvientes del castillo de Alian, Gary Douglas,
y él es Nathaniel Valliere, el príncipe.- Renée, se llevó la mano a la boca
sorprendida.
-¿U…ustedes
son los que habían traicionado al reino?- dijo temblando.
-¡Claro
que no! – soltó Nate irritado.- Helbus se ha autoproclamado rey, aprovechándose
de la muerte de mi padre, a quien él asesinó y quien nos culpó de ello a
nosotros.
-Por
Dios…- Renée estaba que se desmayaba.
-Ya
veo…-dijo Axel, llevándose una mano a la barbilla.
-Ha
conseguido que todo el mundo esté en nuestra contra.- dijo Gary.
-Lo
peor. Es que era amigo de mi padre y del castillo. Y lo ha asesinado a sangre
fría envenenándolo durante meses. Su objetivo, es conquistar todo el mundo
usando la magia oscura.- dijo Nate.- y nosotros hemos venido aquí porque
creemos en que usted nos pueda ayudar.- El viejo asintió.
-Dijo
algo de formar un ejército oscuro….- Axel palideció.
-¡¿Un
ejército oscuro?!- El viejo se levantó de golpe. Parecía muy alterado. Se llevó
una mano a la cabeza.-Helbus está loco. Por el amor de DIOS. Ese hombre si
llega a conseguir un ejército oscuro matará a todo ser vivo del planeta, el
mundo entero llegará a su fin, incluso él será absorbido por su propio mal.-
respiró hondo, intentando tranquilizarse, y de nuevo se sentó.
-¿Qué
es un ejército oscuro?- preguntó Renée. El viejo la miró a los ojos.
-Un
ejército oscuro, es imparable, inmortal y despiadado. Tortura a sus enemigos,
hasta que ellos mismos se quitan la vida porque no lo pueden soportar más. Es
algo que no debe pasar jamás. Porque nada puede enfrentarse a ellos y
vencerles.-sus palabras llegaron a lo más profundo del corazón de Renée
llenándola de miedo y terror. Todos estaban con los rostros mirando el suelo,
en silencio, sin esperanzas, sin algo por lo que luchar. Era tan difícil de
asimilarlo que ni ellos se podían mirar a la cara. Axel parecía otra persona,
estaba descompuesto. Renée llena de terror en su corazón. Gary con las fuerzas
marchitas. Nate con la esperanza de derrotar a Helbus, esfumadas.
-Hola.-
Norah había llegado a la sala llena de alegría por estar limpia de nuevo.
Bostezó sin querer, delante de todos haciendo un sonido bastante sonoro.- Lo
siento.- dijo con una sonrisilla. Nate alzó el rostro. Era una muchacha joven.
Tenía el pelo castaño oscuro, liso y alargado. Sus ojos eran de un verde que se
hacía notar. “Esa chica…”, le resultaba familiar. Todos la contemplaban
expectantes.
Norah,
notó la tensión que había en el ambiente.-Creo que mejor me voy.- dijo.
-Norah…- habló Axel, con su voz apagada. Ella paró al instante, dándose la vuelta hacia él.
-¿si?
-Ella,
ella es la única esperanza que nos queda.- Anunció el viejo. Todos la miraron
intrigantes, ¿Cómo una chica como ella, podía salvar el mundo de una catástrofe
mundial? Norah empezó a sentir que sus mejillas ardían ante aquellas miradas.
-¿Ella?
–Preguntó Gary.- pero, ¿Cómo?- Axel simplemente sonrió.