De pronto una mano
salvadora la coge en brazos, lo más rápido que puede y se va corriendo de aquel
lugar. Un momento después siente como una brisa refrescante le roza su pequeña
cabeza, y sin pensarlo dos veces abre los ojos.
Estaba en brazos de su tía
Renée que parecía tener quemaduras por todas partes y con sus ropajes rasgados,
estaban fuera de su casa, podía observar como se derrumbaba entre la llamas,
igual que casi todas las casas del reino de Alian, todo estaba cubierto por el
fuego abrasador. No podía parar de llorar, mientras que su tía la consolaba
como podía. Ella sólo tenía 6 años y no sabía como tomarse lo que sus pequeños
ojos observaban, como la gente salía gritando y llorando, viendo como sus
casas, familiares y amigos eran arrastrados por el fuego.
Unos cuantos carruajes
pasaban por las calles llenos de personas sin vida que eran tirados más
adelante en un terreno llano para después ser enterrados, la niña observó un
pequeño destello rojo entre aquella multitud, se acordó de su madre y de las
ganas que tenía de estar con ella, aunque no paraba de llorar se intentó soltar
de su tía, una vez hecho se fue corriendo detrás del carruaje, su tía corrió
tras ella pero era difícil alcanzarla con tanta multitud por las calles, por un
momento la perdió y sentía que el corazón le daba un vuelco. Vio a su amiga
Tess, que había perdido a su marido en aquella masacre, se encontraba sentada
en medio de la calle con algunas de sus pertenencias que había conseguido
salvar, y le preguntó:
-Tess, ¿Has visto a
Norah?- la muchacha con lágrimas en los ojos asintió y le señaló el lugar por
donde se había dirigido. Ella le dio un fuerte abrazo del cual las dos
empezaron a llorar.-Gracias. ¿Te encuentras bien?- ella no pudo pronunciar
palabra alguna, simplemente asintió a su pregunta.
Renée se fue corriendo en
aquella dirección y se encontró con toda una multitud de personas que habían
caído en la guerra y se encontraban tiradas allí.
-¡Norah! ¡Norah!- gritó
varias veces, y entonces pudo observar a su sobrina agachada y abrazando a un
cuerpo tirado en el suelo. Estaba llorando y gritando.
-¡Mamá!- Fue acercándose
despacio y vio que se trataba de su hermana muerta. Ella se llevó la mano a la
boca y no pudo evitar ver caer lágrimas de tristeza por su mejilla. Se agachó
junto a su sobrina, se abrazaron mutuamente llorando sin parar. Observó el
colgante de su hermana, se acercó y lo cogió. Después, se acercó a su sobrina y
se lo enganchó al cuello.
-Ahora es tuyo, Norah.- La
pequeña la miró con sus pequeños ojos verdes que parecían negros en la noche,
llenos de tristeza, temor y confusión, mientras que la abrazaba fuertemente
para que su tía no la dejase sola nunca más.
-No me dejarás sola,
¿Verdad?- preguntó la niña. Su tía sonrió.
-Jamás.
10 Años después...
El Rey Klaus paseaba por
los jardines de su palacio. Era uno de los pocos lugares en los que se sentía
libre de la política, el Reino… El Rey Klaus, era uno de los reyes de Aldapor. Era
el rey, del reino de Alian. Tenía un hijo Nathaniel, futuro rey. Su esposa
Helena, murió a causa de una enfermedad incurable, poco tiempo de nacer su
hijo.
Él amaba a su Reino y quería
llevar la paz, pero eso era un trabajo bastante difícil e incluso agotador. Por
eso recurría a su fiel amigo Helbus Bergerat, si el rey muriera, Nathaniel al
ser menor de edad no podría ocupar su puesto, así sería Helbus quien ocupase su
lugar hasta que Nathaniel cumpliera los 18, ahora sólo tenía 17.
-¡Padre!- se escucha una
voz a lo lejos acercándose rápidamente. Klaus se volvió. Era su hijo. Rubio y
ojos azules como su madre, pero la valentía y la fuerzan era de su padre.
Llevaba una espada en la mano y se la estaba colocando en la cintura.
-¿Has estado con Gary
practicando, otra vez? -Dijo sonriendo. Gary era un sirviente del castillo, que
era el mejor con la espada. Nathaniel siempre lo había admirado. El rey le dijo
que le ascendería el sueldo si accedía a dar clases a su hijo. Por eso accedió
a darle clases al príncipe para que en un futuro fuera el mejor espadachín.
-Sí, intento mejorar todo
lo que puedo, padre. Loreen dijo que me buscábais.- Loreen era unas de las
doncellas que trabajaban en el palacio y cuidaba de Nathaniel desde que su
madre murió. Klaus sonrió.
-Muy bien, ahora ven
conmigo.- dijo poniéndole la mano en su hombro.- Quiero mostrarte algo.
Padre e hijo llegaron a la
sala donde el rey trabajaba y se llevaba la mayor parte de su tiempo.
-¿Qué queréis mostrarme?-
el rey se dirigió hacia el escritorio y abrió uno de sus cajones, cogiendo algo
de su interior.
El rey se acercó a su
hijo, le coge de la mano y se la aplana.
-Esto es tuyo.- Nathaniel,
abre los ojos sorprendido. Era una medalla de oro macizo, con la marca del
anillo de Klaus. Era lo que representaba a una persona si pertenecía a la
realeza. Y el cual era entregado el día de su coronación.
-Padre, creo que os habéis
precipitado. ¿Por qué me la dais ahora?
-No me he precipitado
Nate, presiento tiempos peores y últimamente no me encuentro muy bien de salud,
esto podría ayudarte. Sólo tienes que ser responsable y no perderla, no es una
tarea tan difícil. Aunque Helbus siempre estará ahí para ayudarte.- los dos
sonrieron. Un golpe en la puerta los interrumpió. -Pasad.- dijo firmemente el
rey.
-Querido Klaus, tengo
buenas noticias.- Helbus, el mejor amigo del rey, siempre con una cara tan
seria e incluso con las buenas noticias parecía no estar muy conforme.
-Las buenas noticias
siempre son bien recibidas.-Dijo Klaus acercándose a Helbus a quien le pasó la
mano por el hombro.
-Los rebeldes han decidido
retirarse, y dejarán de causar problemas.- Los rebeldes era un grupo de hombres
del reino de Alian, que se rebelaron contra el rey Klaus por algunas leyes que
el propuso y que la gente no estaban muy de acuerdo.
-¿Enserio? Es una muy
buena noticia querido amigo.- dijo Klaus entre risas.- ¿como lo habéis
conseguido?
-Pues sólo había que
asustarles un poco, pero dejemos esta charla para luego y brindemos por la paz
en el reino de Alian.
-Esa sí que es una gran
idea querido amigo, Nathaniel, haznos el favor hijo de traer unas bebidas.
-Sí padre.
-¡No! Espera, ya llamo yo
a Gary para que nos traiga las bebidas.
-Bueno como quieras
Helbus.
-¡Gary!- el hombre entra
sigilosamente en el salón.
-¿Sí, señor?
-Tráenos unas copas para
hacer un brindis
-Enseguida mi señor.- un
rato después, los tres estaban riendo de alegría, bebiendo y haciendo brindis
tras brindis.
-No Helbus no me
conviene.- dijo Klaus entre risas.
-Vamos hombre ésta será la
última querido amigo, te lo aseguro. ¿Quieres otro muchacho?
-No, no gracias, Helbus.
-Como quieras Nate.-
Helbus le entregó una copa a Klaus, Nate se sentó y se acomodó en uno de los
sofás del estudio.
Klaus tragó su copa de
golpe, de pronto una terrible tos lo azotaba y cada vez más fuerte.
-¿Klaus?- dijo Helbus
preocupado.
-¡Padre!- gritó Nathaniel.
El rey seguía tosiendo intentaba calmarse pero aquello era imposible, por
dentro sabía que algo maligno se extendía por su cuerpo, muchísima gente lo rodeó
intentándole ayudar de alguna forma. Pero era inútil. Nathaniel estaba
paralizado no sabía qué hacer. Helbus estaba con Klaus ayudándolo de alguna
forma.
Klaus se encontraba en la
cama, estaba pálido quieto, apenas respiraba. Nathaniel estaba a su lado,
intentando contener algunas lágrimas, pero era inevitable. Su padre se le
escapaba por segundos.
-Nate…-se pudo escuchar de
la boca de Klaus.
-Padre.
-Ahora debes de ser
responsable y cuidar de nuestro reino, cuando cumplas los 18. Estoy seguro de
que serás un buen rey y estaré orgulloso de ti…- Nate le cogió la mano,
asintiendo.
-Lo estarás.- dijo Helbus
entrando en la habitación.- Será un buen rey. Yo ocuparé tu lugar viejo amigo e
intentaré hacer todo lo pasible para que la paz reine en este reino.
-Así se habla
Helbus…-susurró.- Espero que la vida os sonría a los dos...- dijo Klaus
sonriendo.
-¡A ti también te sonríe
padre!
-Me temo que esa sonrisa
se ha apagado…hijo mío…cuida de tu pueblo…- Fueron las últimas palabras del rey
Klaus, su último suspiro, su último aliento…
-Lo haré, te lo prometo
¡Padre, te juro que lo haré!- gritó Nate llorando sin poder hacer nada, aun
sosteniendo la mano de su padre. Helbus le puso su mano encima.
-No te preocupes muchacho,
ahora estará en un lugar mejor.
me gustaria qe supierais ..qe los nombre se an cambiado!! y algunos personajes tambnn!
ResponderEliminarHola!! Me ha gustado mcuho!! Escribes muy bein y espero saber más prontito^^
ResponderEliminarTe espero en mis blogs, si clicas en mi usuario los verás.
Un beso!
Tiene muy muy buena pinta. Me encantan las novelas de fantasía y los nombres están bastante acertados. Soy incondicional de este tipo de novelas y la tuya parece ir viento en popa. ¡Espero el siguiente pronto para opinar a cerca de los personajes y de la propia historia!
ResponderEliminarBesos
Graciaas! en serioo creeo qe prontitoo sabreeis maas sobre el siguientee capituloo! jajaj Muchas Graciass! espero qe os gustee como sigee la historia ^^
ResponderEliminarMe gustó~ No soy muy de novelas de fantasía, pero me resultó entretenida. Ya me voy a leer el resto! <3
ResponderEliminarMuchaas Gracias! espero qe te gustee ^^
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