Hace muchísimos años en el
Reino de Alian, reinaba el rey Satin con su esposa Lindsay, una poderosa y
bellísima maga.
En el tiempo de las rosas
en flor y con todo el campo florecido, con el olor de las rosas por las calles
y las plazas de Alian, todo el mundo vivía feliz y en paz, sin guerras que
combatir.
De repente en el reino se
presentaron unos magos oscuros, en busca de tierras que conquistar y así
también poder ampliar su poder oscuro. Comenzaron a destruir los campos y las
casas de los ciudadanos que vivían allí. Los reyes se vieron obligados a tomar
medidas al respecto.
El rey Satin, temido por
su enorme e invencible ejército, desafió a los magos oscuros.
Pero sin apenas darle
tiempo a pestañear, los magos, al haber actuado primero en aquella batalla, con
un fulminante primer ataque acabaron con todo su ejército. Se dio cuenta de que
los había subestimado y que no tendrían nada que hacer unos simples humanos
contra esos magos oscuros.
Pensó y pensó pero no se
le ocurría nada, ningún plan. Parecía que todo había acabado, comprendió que
nada dura para siempre, pero todo el mundo no pensaba así.
Su esposa Lindsay, ella
era la clave para derrotar a aquellos magos. Ella tenía una cierta idea que
quizás funcionaría. Había analizado los movimientos de los magos en la batalla
de su esposo y supo, que los magos creían tener todo ganado, ya que en la
batalla los magos no hicieron daño al
rey, lo habían rodeado y prefirieron atacar a su ejército. Ese gesto fue
demasiado para ella, aunque se alegraba de que su esposo estuviera vivo, le
indignó mucho que aquellos magos pensaran que no tendrían los suficientes
recursos para vencerles. Pero se equivocaban.
Ella sabía lo que había
que hacer. Pero era muy arriesgado, pero eso le daba igual, lo primero era las
vidas de su reino que ahora mismo dependían de ella.
Su idea era crear un
objeto maravilloso, capaz de vencer a cualquier mal, y así lo hizo.
Cogió una espada y la
ungió con un poder oscuro, y la llamó Darak. Después cogió una flecha y la
ungió con el poder de la luz, la llamó Bethlight. Su idea era unir estos dos objetos
y para ello necesitaba otro elemento, la piedra Saira, ella era la clave para
crear el instrumento más poderoso de todos los tiempos. Para unir estos tres
objetos necesitaría un hechizo. Como ella era una gran maga no le fue problema.
Cuando hizo el hechizo, los tres objetos se fusionaron y se hicieron uno solo,
formando así La Betsaida.
Ésta actuaría según
el corazón de quien la empuñe, podría actuar con justicia o con destrucción.
Lindsay sobrevivió a pesar de haber descargado tanto poder. Ésta se lo entregó
a Satin, y éste con buen corazón empuñó la espada y se enfrentó a los magos
oscuros. Con un simple y ligero movimiento acabó con ellos. No les dio tiempo a
pestañear.
Satin y Lindsay se
convirtieron en los reyes más poderosos de todo Áldapor (conjunto de los tres
reinos Alian, Dalmot, y Gorlak). Muchos males les desafiaron y siempre la
victoria era para los reyes de Alian. No había nada que los detuviera.
Con el paso de los años
Satin ya no era el mismo, el poder de la Betsaida le estaba
absorbiendo su buen corazón. Lindsay se dio cuenta de ello. Ahora era Satin el
que causaba problemas.
Lindsay, mientras que
Satin dormía, le quitó la espada, y sabiendo que ella ya estaba perdiendo
fuerzas, decidió destruirla Pero era inútil. La espada era un instrumento
demasiado poderoso para destruirlo, pero ella lo intentó varias veces, hasta
que un sonido destructor consiguió más o menos su objetivo. Lindsay, al menos
pudo separar los tres objetos. Ella, con las pocas fuerzas que le quedaban
envió cada objeto a un punto lejano para que Satin o cualquiera que quisiera aquella
espada no pudiera conseguirla jamás. Lindsay murió en aquel intento. Satin se
dio cuenta de su error y lloró hasta el día de su muerte.
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