-Helbus.- dijo Nate, firme y serio. Se puso en pie y se
colocó en frente de él. Helbus observa los dos encarcelados, y sonríe andando
de un lado a otro del pasillo de la celda.
-He venido a despedirme.- dijo.
-Qué amable por tu parte.- soltó Gary irónicamente. Helbus
le miró fijamente, pero lo ignoró.
-Mañana no podré asistir a vuestra ejecución. Tengo una
reunión importante. Y no puedo perdérmelo. Como rey, debo asistir.- dijo
mirando al chico, con una mirada de triunfo.
-¿¡Porqué nos has traicionado!? ¿Qué planes tienes, eh?-
Preguntó Nate irritado. Helbus se volvió hacia él.
-Eso no te incumbe.- dijo con una mirada fría y penetrante.
-¿Qué más te da, Helbus? De poco nos servirá esa
información. Te recuerdo, que mañana moriremos, gracias a ti.- dijo Gary con
una voz apagada.
-Tienes razón ¿sabéis lo que pienso hacer?- los dos, lo
miraron con ojos desagradables pero expectantes.- Pienso conquistar el mundo
entero.- Gary y Nate intercambiaron miradas sorprendidos y preocupados, por la
gran noticia de Helbus.
-¿¡Te has vuelto loco!?- gritó Gary atónito.
-Sí.- dijo simplemente con una mirada malvada.- pienso crear
un ejército invencible, del cual nadie podrá derrotarme. Una pena que no estéis
allí para verlo.
-¿Desde cuando llevas planeando eso?- preguntó Nate.
-Desde antes de que nacieras.- dijo Helbus alejándose de
ellos.
-Eres un traidor y un…- Comenzó a decir Nate, pero no acabó
la frase.
-No pierdas el tiempo insultándome Nate, yo que tú pensaría
una forma de salir de aquí vivo.- Dijo riendo a carcajadas y saliendo del
lugar.
Nate y Gary se miraron mutuamente sin saber qué decir.
A la mañana siguiente. Antes del amanecer. Una voz lo
despierta y vuelve a la realidad.
-Shhhhip shh! Nate.- dice susurrando.- Nate levanta la
cabeza y se asoma a la puerta de la celda. Un pelo rojo distingue a la
perfección a esa persona.- ¡despierta!
-¿Loreen?- Nate se levanta y se acerca a ella.- ¿Qué estás
haciendo?- Nate se percató de que Gary estaba al lado de ella, fuera de la
celda.
-¿Tu que crees?- dijo con un manojo de llaves en la mano.
Mientras intentaba abrir la puerta con cada una de ellas.
-Si te descubren, estás muerta, ¿Lo sabes?
-Sí, lo sé. Pero no pienso quedarme de brazos cruzados
viendo cómo os llevan a la horca. Y Helbus haciendo lo que le da la gana con el
reino.- dijo. Al mismo tiempo sonó un “crush”. La puerta estaba abierta.
-¿Y los guardias?- preguntó Nate.
-Sólo había uno, y está inconsciente.- Loreen era muy buena
dando patadas y puñetazos, no era extraño que lo dejase inconsciente.
-¿Y no te vieron?
-Tenía una capucha, pero como ustedes no tenéis nada…- Gary
la miró asombrado. Loreen sonrió ante su sorpresa.- iremos por aquí.- Loreen,
condujo a Gary y a Nate al final del pasillo. Estaba la pared rocosa y dura, no
había por dónde salir. Ella tocó una piedra de la pared y ésta se aplastó hacia
dentro. Al mismo tiempo apareció un pasadizo. Al pasar, Loreen volvió a tocar
una piedra y ésta se cerró detrás de ellos como si nada.
-¿Y eso?- preguntó Nate sorprendido.
-Pasadizos secretos. –Ella sonrió. Al final del pasadizo, se
podía ver una luz que procedía del exterior.- Ya hemos llegado.- al salir se
encontraron unas enredaderas y otro tipo de maleza que ocultaba la salida del
pasadizo. Estaban fuera del castillo. Habían pasado debajo del castillo y del
jardín. Fuera había dos caballos, uno blanco y otro negro.- Antes de marcharos
quería deciros una cosa. Si no logramos hacer algo, el mundo tal y como lo
conocemos ahora se volverá negro y oscuro.
-¿Qué intentas decirnos?
-He escuchado una conversación de unos tipos estraños que
andaban por los pasillos del castillo, Helbus va a formar un ejército
invencible.
-Sí, lo sabemos.- dijo Gary agachando la cabeza.
-Entonces, ¿sabéis lo de la magia oscura?
-¿¡Magia oscura!? – gritó Nate. Helbus estaba convencido de
conquistar el mundo.
-Sí, escuché algo de un ejército creado mediante la magia
oscura.
Nate y Gary se quedaron con la boca abierta. La magia
oscura, estaba prohibida. No había leyes contra ellas, porque todo el mundo
pensó que se había extinguido.
-¿Y qué podemos hacer?- sugiere Gary.- ya que eres tan
lista. – le sonríe Gary. Loreen lo observa intentando que ese comentario le
moleste pero al mirarlo a los ojos, se da cuenta de que es imposible.
-Pues sí, conozco a alguien que puede ayudaros. Se llama
Axel Donovan, vive en el reino de Dalmot, allí es una leyenda. Todo el mundo lo
conoce. Preguntad por el y la gente os ayudará.
-Gracias Loreen.- Dijo Nate abrazándola. Y montó en el
caballo negro.
-En los caballos tenéis comida y agua para dos días.- Gary
se acercó a ella y también la abrazó. Pero de forma diferente. Aquel abrazo era
dulce y fuerte, como todo lo que viene de Gary. La derretía por dentro. Se
separaron y se miraron a los ojos mutuamente. Loreen no resistió más y se
acercó a él. Le besó en los labios. Un beso lleno de amor y esperanza. Gary se
quedó sorprendido. Pero le encantó.
-Tenemos que irnos.- insistió Nate. Aguantándose la risa.
Era la primera vez que los veía así. Eran una bonita pareja. La mejor que había
visto. Pero ahora tenían que ir a Dalmot. Debían salvar el mundo.
-Adios Loreen, volveré a por ti.- dijo Gary con una gran
sonrisa, y montando en el otro caballo.
-Te estaré esperando.- los dos muchachos se marcharon de
aquel lugar.-Buena suerte.- dijo entre susurros, y observándolos en el
horizonte.
Renée estaba en la puerta de su casa con las maletas en el
suelo, y muy impaciente.
-¡Norah! ¡Que no tenemos todo el día!- gritó.
-¡Ya voy!- dijo Norah, bajando las escaleras. Y todavía dándole
vueltas al pelo.
-Que obsesión por el pelo querida.- le dijo Renée, riéndose
por lo bajo. No podía evitar reírse de algo tan estúpido.- venga, coge tu
maleta y vámonos.- Norah la cogió y cerró la puerta de su casa.
-Es que es difícil tener el pelo bien, y por una vez que
salgo de casa... Ya sabes.
-Tu pelo es precioso cariño.- Renée y Norah fueron a una
calle, donde el carruaje siempre paraba. Allí vio a Tess, que estaba colocando
sus cosas en la parte trasera del vehículo.
-Hola Tess.- le dijo Renée saludándola. Ella se volvió.
-¡Hola! Por fin llegáis. Lo habéis pillado a tiempo.- dijo
Tess ya de camino a montarse dentro del carruaje.
-Sí, lo siento.- dijo Renée ignorando el suceso del pelo de
Norah. Ella colocó sus maletas y las de Norah.- Norah vete sentando, ahora voy
yo.- Norah asintió y se montó.
Había 3 huecos en cada lado. En un lado estaba Tess, y sus
dos hijos. Ella se sentó en el otro que estaba solitario. Al momento llegó Renée
que se sentó a su vera. Tess gritó al chofer.
-¡Ya nos podemos ir, señor!- el vehículo se puso en marcha. Tenía
tapado el colgante, debajo de la blusa, por si acaso.
Por desgracia a Norah le tocó delante de aquellos siniestros
niños. Esos gemelos preciosos, que te fijaban la mirada, y no la apartaban de
ti hasta que hubiera algo más interesante a lo que intimidar. Ella sabía que no
se iba aburrir. Lo único que quería, era que por lo menos su pelo, saliera vivo
de aquel viaje.